Desde hace unos 40 años, ha surgido una fuerte presión
por cambiar nuestra manera de llamar a Dios.
Se argumenta que llamar a Dios, “Padre” (o por alguna designación
masculina), es excluyente a las mujeres.
Los proponentes de estas ideas afirman que se le debe llamar por un
nombre neutral, evitando así asignar a Dios el género masculino.
Las ideas que subyacen estos argumentos son
humanistas. Los promotores dan a
entender que la terminología bíblica (que es indudablemente masculina) refleja
la cultura paternalista y machista en la cual fue
escrita la Biblia. Según ellos, es
tiempo que la teología se actualice, y deje de presentar a Dios en términos
masculinos. En su lugar, se debe hablar
de Dios en términos inclusivos, que reflejen ambos géneros, y no sólo el
masculino.
Ante esta situación, varias iglesias Protestantes (al
igual que algunos sectores de la Iglesia Católica) han buscado nuevas formas de
hablar de Dios. Esto ha influenciado
hasta las Sociedades Bíblicas, que han impreso Biblias ‘inclusivas’, en las que
se evita usar terminología masculina de Dios.
¿Qué podemos decir frente a esta tendencia en el mundo
actual?
1. Nomenclatura Masculina no es
una Invención Humana
Decir que la designación masculina de Dios refleja la
cultura de los autores bíblicos pasa por alto totalmente el concepto de la
revelación divina. La forma de hablar de
Dios en la Biblia, no viene de los autores humanos, sino del Espíritu Santo
quien reveló las Escrituras. Llamamos a
Dios, “Padre”, no porque deseamos promover ideas patriarcales o machistas, sino
porque queremos respetar la manera en que Dios mismo se ha revelado.
La Biblia a veces habla de Dios en términos femeninos
(Is 66:12-13; Oseas11:1-4). Sin embargo,
es interesante notar que la Biblia nunca describe a Dios con el término, “Madre”. En esto el judaísmo y el cristianismo se
distinguen de casi todas las religiones antiguas, que tenían figuras femeninas
entre sus deidades. Por ejemplo, Astoret (en Canaan, 1 Rey 11:33), Isis (en Egipto),
y Tiamat (en Babilonia).
2. El Uso de Adjetivos Femeninos
no Garantiza un Buen Trato a las Mujeres
Hoy en día hay varias culturas y religiones que
veneran formas femeninas de la deidad.
Por ejemplo, en el hinduismo, existe un culto importante a la diosa Kali. Sin embargo, ese culto a una forma femenina
de la deidad no garantiza a las mujeres de la India un buen trato por parte de
los varones. En realidad,
frecuentemente, los devotos de esa deidad son culpables de maltratar a sus
mujeres. Por consiguiente, es ilusorio
pensar que simplemente cambiando la forma de hablar de Dios va a mejorar la
condición de las mujeres en nuestra sociedad.
¡Se requiere un cambio mucho más radical para lograr eso!
3. Cristo nos Enseñó a Llamar a
Dios “Padre”
Los evangelios indican que el Señor Jesús llamó a
Dios, “Padre”. Eso se debe a la relación
interna entre las primeras dos personas de la Trinidad. El Señor también enseñó a los discípulos a
llamar a Dios, “Padre”, porque la relación de Padre-Hijo es una de las
relaciones más íntimas e importantes que el ser humano puede experimentar. Las mujeres en la iglesia no deben sentirse
excluidas, por el uso de este término; más bien, pueden disfrutar la misma
relación con Dios que los varones tienen.
Dios es Padre de ambos géneros, no sólo del varón.
4. Dios el Padre es Creador
En las religiones del Medio Oriente, algunas deidades
son femeninas. Los seguidores de esos
cultos frecuentemente dan a entender que el mundo provino de la diosa
madre. Pero al hablar en esos términos,
logran presentar al mundo como una extensión del cuerpo de la diosa, y no como
algo separado de ella. Llamar a Dios,
“Padre”, evita tales malos entendidos, en cuanto a la doctrina de la creación.
Conclusión
Es tiempo de reflexionar seriamente, y defender la
nomenclatura bíblica de Dios. No lo
hacemos por defender una postura machista, sino simplemente por respeto a la
manera en que Dios se ha dignado revelarse a nosotros.
Bendito sea mi padre Eterno YHVH Elohim""
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